jueves, 21 de mayo de 2009

Julio Cortázar 25 aniversario. (columna www.universodeportivo.com)

El pasado mes de febrero se cumplieron 25 años sin Julio Cortázar, uno de los más grandes escritores latinoamericanos, y recuerdo aquel cuento de “El perseguidor” como el primero que leí en mi haber Cortazariano, no pude contener el sin fin de sentimientos y emociones que me había producido aquella historia que contaba las virtudes y las tragedias de un saxofonista de jazz (Johnny Carter, personaje basado en el famoso saxofonista Charlie Parker), sin duda el mayor descubrimiento fue cuando me di cuenta que no era el simple hecho de contar una determinada historia, sino desnudar la vida de un ser humano que lo único que sabía hacer era tocar el saxofón, todo lo demás parecían simples rellenos que debían estar ahí por mero protocolo, pero el autor ya se imaginaba las diferentes circunstancias que puede uno vivir en una simple situación, aquella cotidianeidad que marcaba los pasos del escritor y que él mismo nos contaría en cada uno de sus cuentos.


El descubrir a Cortázar resultó un inesperado viaje y un extraordinario juego sin final ni horario límite, a veces cuando voy a los acuarios busco a los “axolotl” y me detengo a mirarlos por las peceras pensando que a lo mejor puedo convertirme en uno de ellos, en Paris busqué aquellas calles y puentes que imaginé leyendo en las anécdotas del escritor argentino nacido accidentalmente en Bruselas, alguna vez en el metro yendo hacia un lugar cualquiera, desee cruzarme con una mujer y hacer del encuentro una bonita coincidencia, un día desperté por la madrugada asustado con la respiración agitada buscando por toda la cama algún rastro del conejo que creí haber vomitado, en muchas de estas ocasiones eché a reír ante la incomprensible mirada de quienes me observaban por fuera, incluso yo mismo. Descubrí un mundo donde las cosas raras suceden y mucho, el azar y la casualidad no eran para nada coincidencias, a Cortázar le pasaba todo el tiempo, siempre pasaba algo con él y había que adaptarse a esa extrañeza que poco a poco se convirtió en lo más normal del mundo.¿Quién no conoce a Julio Cortázar? Sólo aquel que no lo haya leído, pues su obra está llena de instantes y de anécdotas propias del genial escritor, no sé si alguna vez subió una escalera, si usaba reloj, o si encontró a la Maga, pero al leerlo ahí está ese Cortázar visionario, bohemio, buen conversador, viajero incansable y amante de la revolución, ahí están también sus amigos, sus aficiones, sus vicios y su grandes amores.


Julio Cortázar, ese personaje grande con los ojos de gato, que le tocó nacer en una época donde la literatura latinoamericana necesitaba de dignos representantes que mostraran a través de sus obras la maravillosa cultura que yace desde la Patagonia hasta la última frontera de México ¿a caso una coincidencia? Lo cierto es que dentro de una generación de extraordinarios escritores que maravillaron al mundo por su original forma de escribir, Cortázar fue el más intrépido e irreverente saliéndose de toda norma y regla para estructurar sus relatos, ¿qué hubiera sido Cortázar sino hubiera sido escritor? Seguramente músico de jazz o quizá boxeador, hombre de familia, un típico asalariado o también futbolista (seguro que viviendo en Argentina algún día le dio por darle a la pelota), no creo, Cortázar nació con barba y escribiendo junto a una copa de vino.
Lo que sí puedo decir es que Cortázar además de escritor también fue constructor de puentes, como aquel que hiciera entre París y Buenos Aires en Rayuela, posiblemente el libro más trascendental de la literatura latinoamericana del siglo XX. Rayuela un juego de niños que él hizo para grandes, y que así como un juego se puede leer de diferentes maneras, una historia que puede terminar en el capítulo 56 si se lee de manera tradicional, o puede terminar de cualquier orden dependiendo de la construcción que le dé el lector, Rayuela la “contra novela” como el propio autor la denominó, pues se inclina por acercar al lector de una forma distinta a la convencional, pintando con gis en el suelo y aventando una piedra para empezar la historia y así el juego.

Es Julio Cortázar, aquel que descubrió el surrealismo leyendo Opio de Jean Cocteau, admirador de los viajes fantásticos de Verne y del terror psicológico de Allan Poe de quien haría la mejor traducción de sus obras. Julio, el niño que nació viajando y que sus juegos empezaron en Argentina, Bruselas y Barcelona, entre Guerras Mundiales y una sociedad europea que se desconocía, profesor normal en letras y traductor para la UNESCO, fiel a un estilo y a una convicción social que lo llevó a participar en las revoluciones políticas de una América latina rebelde y violenta. México guarda muchas anécdotas, publicó varias de sus obras como Fantomas contra los vampiros multinacionales una historieta que apareció en el Excélsior, se convirtió en un guerrero azteca al luchar en las Guerras Floridas en “La noche boca arriba” o en un ajolote como lo narra en “Axolotl”, nunca fue ajeno a nuestro país donde encontró un cálido refugio, como todos los escritores de la época, y a grandes amigos que lo acompañarían en infinidad de largas noches de conversación, vino y jazz.
La obra de Cortázar cuenta con una elocuente complejidad a la hora de desarrollar los personajes, las situaciones y sobre todo el tiempo, por eso me llama la atención cuando alguien intenta llevarlo al cine, este año Diego Sabanés ha presentado “Mentiras piadosas” basada en el cuento “La salud de los enfermos” y como este director, anteriormente Michelangelo Antonioni en 1966 presentó “Blowup”, en 1964 Tristán Bauer hizo un documental llamado “La intimidad de los parques”, la italiana “Los embotellados” apareció en 1979 basada en “Autopista del sur” de la cual hay otra versión francesa realizada por Jean-Luc Godard en 1967, confieso que representa, para cualquier cineasta, un gran reto llevar a la pantalla grande cualquier relato de Cortázar, de momento no hay ninguna intención por parte de las grandes industrias , ¿qué pasa? ¿Nadie de esos llamados “grandes directores” con tremenda imaginación, puede con el paquete? Si no van a hacer algo digno y genial, de menos respetable, me parece bien que sigan respetando las historias.

Este mes de mayo, Alfaguara, como parte de los homenajes a Julio Cortázar, a publicado Papeles inesperados un nuevo libro que contiene once cuentos inéditos, cuatro auto entrevistas, trece poemas jamás publicados y capítulos nuevos de El libro de Manuel y Un tal Lucas no incluidos en las ediciones anteriores, todo el material, que conforma más de 400 páginas, fue recopilado por su albacea, heredera universal y primera esposa Aurora Bernárdez y por el catalán Carles Álvarez Garriga. No dudo que el pasado mes de febrero la tumba más visitada en el cementerio de Montparnasse en París haya sido la de Cortázar pero ante mi situación y limitadas posibilidades creo que la mejor manera de recordarlo y rendirle homenaje al más grande de los Cronopios es seguir leyéndolo.

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